viernes, 18 de enero de 2013

El futuro del Museo del encierro

Con la licitación del proyecto del museo de los Sanfermines paralizada, este solar de Pamplona, situado junto a la plaza de toros, se ha convertido en un espacio sin uso de 1.520 metros cuadrados en el que crece la maleza y se acumula en cierta forma la basura. El uso provisional del solar podría ser el de zona de esparcimiento canino, pero no hay nada decidido.

El concejal delegado de Obras y Proyectos del consistorio, Javier López, entiende que es necesario dar una salida a este espacio, localizado además ahora en un lugar tan estratégico, entre la plaza de toros y el centro de interpretación del recinto amurallado del fuerte de San Bartolomé, según ha publicado Diario de Navarra.

Es además punto de paso para los cientos de personas que cada día utilizan la pasarela peatonal construida sobre la cuesta de Labrit, y el ascensor panorámico urbano. Sería un uso provisional, hasta que se retome el proyecto del museo, paralizado desde 2011 Desde que se derribó el parque de bomberos el solar permanece vallado y abandonado.

Pamplona estudia dedicar el solar del museo del encierro a espacio canino “Sabemos que hay que hacer algo y lo cierto es que hemos barajadovarias posibilidades. Se ha pensado en habilitar algunas plazas de aparcamiento, en convertirlo en zona verde, o en transformarlo en una zona de esparcimiento canino”, confesaba esta misma semana.

viernes, 4 de enero de 2013

140 años de churros sanfermineros

El sábado 15 de diciembre se pudo ver en la calle La Mañueta una estampa típica de Sanfermines. Más de 70 personas hicieron cola para comprar churros, ya que la churrería más popular de Pamplona abría sus puertas para celebrar sus 140 años. El local, ubicado en el número 8 de la calle, se quedaba pequeño y la espera para comprar churros se hacía larga, según la web de Diario de Navarra.

El 13 de diciembre de 1872 Juan Fernández Calero comenzó con este negocio, que hoy en día todavía continúa en manos de su nieta, Paulina Fernández Martínez. Este sábado Paulina estaba rodeada por sus familiares más cercanos y demás amigos que se han acercado hasta la churrería para degustar su típico producto y felicitarla personalmente entre platos de churros y chupitos de pacharán y patxaca.

Detrás del mostrador el ajetreo era constante. 16 personas, seis de ellas hijos de Paulina y más familiares y trabajadores, elaboraban las roscas, doradas, crujientes y calientes, desde las 8 hasta las 11 de la mañana. En la puerta del local estaban los cuatro gigantes que hizo el padre de Paulina en 1905 y que después de cerrar el local, han bailado al son de los txistus por el Casco Antiguo de la capital navarra y se han hecho la foto de familia en la plaza del Ayuntamiento.